Me lloví

6 Oct

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La lluvia nos pilló de asalto cuando pensábamos que el sol se acercaba. Así se quedaron los vestidos de verano guardados y las chalas que no tengo se quedarán esperando la furia compradora de otra mujer. Mi techo no resistió más, acostumbrado al invierno sin lluvia y cayeron los chaparrones. Por chorros golpeando la vasija improvisada en el suelo, la lluvia cala los interiores. taca tac tac, taca tac tac, tac, tac, tactikatac. Afuera, el huerto goza con esta abundancia primaveral. El gato reclama la vuelta del sol y Samu se fue a buscarlo al norte, a la selva, donde también lo siguió el agua.

La explosión del verano tendrá que esperar unos días. Mientras, yo también estoy en suspenso. Todavía no siento de regreso mi energía vital. Prefiero quedarme arropada en cama leyendo “confieso que he vivido” para dar vida a cada objeto que vi el otro día en una refrescante visita a la casa de Neruda en Isla Negra.

Por ahí me dijeron que estaba bien este estado de letargo, que estaba juntando rabia. Y ¿para qué? para estimular el desborde, la inspiración, mi propia salvación bañada por flujos de caóticas palabras.

Les dejo un extracto del enardecido joven Neftalí y el link para bajar el libro completo que está gratis en internecc.

LA PALABRA
...Todo lo que usted quiera, sí señor, pero son las palabras las que cantan, las que suben y bajan…Me prosterno ante ellas… Las amo, las adhiero, las persigo, las muerdo, las derrito… Amo tanto las palabras… Las inesperadas… Las que glotonamente se esperan, se acechan, hasta que de pronto caen…Vocablos amados.. Brillan como piedras de colores, saltan como platinados peces. son espuma, hilo, metal, rocío… Persigo algunas palabras… Son tan hermosas que las quiero poner todas en mi poema… Las agarro al vuelo, cuando van zumbando, y las atrapo, las limpio, las pelo, me preparo frente al plato, las siento cristalinas, vibrantes. ebúrneas, vegetales, aceitosas, como frutas, como algas, como ágatas, como aceitunas… Y entonces las revuelvo, las agito, me las bebo, me las zampo, las trituro, las emperejilo, las liberto… Las dejo como estalactitas en mi poema, como pedacitos de madera bruñida, como carbón, como restos de naufragio, regalos de la ola… Todo está en la palabra… Una idea entera se cambia porque una
palabra se trasladó de sitio, o porque otra se sentó como una reinita adentro de una frase que no la esperaba y que le obedeció… Tienen sombra, transparencia, peso, plumas, pelos, tienen de todo lo que se les fue agregando de tanto rodar por el río, de tanto transmigrar de patria, de tanto ser raíces… Son antiquísimas y recentísimas… Viven en el féretro escondido y en la flor apenas comenzada… Qué buen idioma el mío, qué buena lengua heredamos de los conquistadores torvos… Estos andaban a zancadas por las tremendas cordilleras, por las Américas encrespadas, buscando patatas, butifarras, frijolitos, tabaco negro, oro, maíz, huevos fritos, con aquel apetito voraz que nunca más se ha visto en el mundo… Todo se lo tragaban, con religiones, pirámides, tribus, idolatrías iguales a las que ellos traían en sus grandes bolsas… Por donde pasaban quedaba arrasada la tierra… Pero a los bárbaros se les caían de las botas, de las barbas, de los yelmos, de las herraduras, como piedrecitas, las palabras luminosas que se quedaron aquí resplandecientes… el idioma. Salimos perdiendo… Salimos ganando…Se llevaron el oro y nos dejaron el oro… Se lo llevaron todo y nos dejaron todo… Nos dejaron las palabras”.

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