El reino de las historias

20 Jan

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Anoche por fin vi Moonrise Kingdom, la última de Wes Anderson, un viaje muy estimulante para quienes amamos las buenas historias. Todo en ella está envuelto por un toque mágico. Parece que la cámara siempre nos está llevando a mirar por huecos en las paredes, a través de los binoculares de Suzy o desde la ventana del lado. Esos giros que cambian el punto de vista, me hacen recordar cómo era ser niña.

Me identifico, tal vez porque muchas veces me pareció que –como en esta película- los adultos eran una horda de seres confusos que no parecían tener la capacidad de estar a cargo. Tal como la profesora de Charlie Brown cuyos ruidos jamás entendimos, ellos aparecen enredados, confundidos, incapaces de entender la imaginación.

Como Sam y Suzy, en los 60, algunas décadas después los niños todavía vivíamos en el reino del “porque si”, donde inútiles peleas pidiendo permiso o explicaciones por algo siempre terminaban en un “porque si”, un “porque no” o “porque yo lo digo”. La falta de argumento siempre me hacían perder los estribos y solo me podía callar una bofetada. De ahí me iba a la pieza que compartía con mi hermana, masticando rabia, pegaba un portazo sonoro y me quedaba llorando, hasta que se me pasaba. Un día se me ocurrió sacar un libro de cuentos antiguo empastado, “Historias de los pueblos de la URSS” y me puse a leer cuentos que me llevaban a otro mundo, de esos que terminaban con los personajes malos muertos y no siempre vivían felices para siempre, porque igual todos nos morimos de viejos alguna vez, lo que me parecía mucho más sensato que lo de Blanca Nieves.

La ciencia de cuentear es parte de los que nos define como especie y hace varios años volvió a surgir como la última moda bajo el concepto de “storytelling”. Es fascinante pensar que todo lo que hacemos viene acompañado de su respectivo cuento. Incluso Carla Guelfenbein afirmaba en una columna que hasta para ir al médico te construyes un relato. Por eso, no está de más recordar las-22-reglas-de-pixar-para-crear-una-historia súper publicadas y difundidas el 2012, que me llegaron tarde y por Twitter, pero más vale tarde que nunca.

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