¿Qué aprendí hoy?

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Llegué del trabajo con ese sentimiento de muerte interior que solo la jornada laboral de 9 horas te puede entregar. Me pregunto ¿qué aprendí hoy?, así como cuando ibas en el colegio y tus padres te preguntaban qué tal tu día. En esos tiempo, hubiera sido  raro responder con un “no mucho”, como sin duda lo creo hoy. ¿Qué logré? Sobrevivir a una avalancha de información innecesaria, que últimamente se me queda dando vueltas en la cabeza hasta irrumpir en mis sueños, quitándoles su original condición de dulces.

Invento revistas llenas de fotos de empleados felices, recibiendo premios o participando en actividades de la empresa. Qué distintas y lejanas me parecen esas personas que hablan de competitividad, compromiso y crecimiento rentable. Ya son las 6 y me empino sobre la última hora de trabajo.

Tomo un suspiro de media hora antes de lanzarme a la calle. Camino junto a la bicicleta. Paso a comprar cosas ricas para la once con invitados de honor.

Me tomo las gotas antroposóficas para luchar contra el peor ataque alérgico de los últimos años y pienso en que sí vale la pena el esfuerzo. Como dice Jack, hoy estoy comprando mi libertad.

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