Al abordaje

21 Mar

10lucas_copyEste post surgió de una conversación volada de sábado por la tarde. La conversación fluía y tal vez por mi falta de disciplina llegamos al tema de nuestros controvertidos próceres nacionales. Mi amiga Keri, que a estas alturas ha pagado con billetes de 10 lucas por más de 2 años, no sabía quién era Arturo Prat. Entonces, partí la explicación más o menos así:

Corría el 21 de mayo de 1879, justo 100 años y 5 días antes que yo naciera, cuando ocurrió la batalla naval más recordada de Chile, tal vez la única. Y que por lo demás perdimos… (Si eres un fanático de la Armada Chilena, en este momento puedes saltar al último párrafo. Si no, puedes seguir leyendo).

Para mi es la historia más inverosímil de las que nos contaron en el colegio. El capitán de la Esmeralda lidera una embarcación muy inferior a su embestidor el Huáscar (de Perú). Las cosas le van mal. Y en medio de la zozobra se manda este discurso: “Muchachos, la contienda es desigual. Nunca se ha arriado nuestra bandera ante el enemigo y espero que no sea ésta la ocasión de hacerlo. Mientras yo viva, esa bandera flameará en su lugar y si yo muero, mis oficiales sabrán cumplir con su deber…¡Viva Chile!”. Y todo eso justo antes de saltar al abordaje del navío enemigo donde termina baleado en cubierta.

Siempre me he preguntado quién inventó el discurso porque no puedo creer que haya sido pronunciado y escuchado por alguien en medio de cañonazos y saltos a la mar. Me lo sé de memoria porque mi abuelo siempre lo repetía. También dudo la hazaña del abordaje. ¿No será que con el espolonazo salió disparado el hombre con los otros dos a la cubierta del enemigo? Me cuestiono si Prat, que fue abogado y profesor, siquiera quiso participar en esta guerra. Y al final de todo de qué nos sirve saber de las proezas de los capitanes o generales de turno si la mayor parte de las veces no podemos ser fieles a la verdad.

Fuera de la imaginación y el cuestionamiento, en el área del mito, el héroe del billete de 10 lucas, cuyo semblante es muy parecido al de Samuel según los pescadores de Juan Fernández (ver foto), tiene un arrojo particular. El acto del salto al vacío. Al abordaje. En vez de tirarse al mar y que se salve quien pueda, este sujeto cegado por la rabia prefiere morir disparando hasta su última bala.

PD: Jack, probablemente el post  no quedó como lo pensamos, así que me buscaré otras formas de sacar roncha entre las comunidades conservadoras locales.

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