Carta trimestral

16 Mar

cuncuna

Foto de Samuel Bravo Silva.

Queridos amigos; conocidos apenas y perfectos desconocidos:

Llevo 3 meses viviendo en un lodge de la selva peruana, Ani Nii Shobo, rodeado por un bosque plano, junto a la “laguna de los pájaros”, Xanxococha. Las nubes de tormenta se levantan desde el poniente y alrededor vive la más increíble variedad de aves de colores, insectos de todo tipo, árboles, la mayor parte de ellos habitantes originarios de este lugar. El pueblo más cercano es la comunidad shipiba de San Francisco, que está a unos 5 minutos caminando a paso tranquilo. El caserío tiene una feria de artesanos donde tienen los tapices bordados y bisutería, entre otros souvenir, donde si osas llegar con un billete de 50 soles, lo más probable es que salgas con más de lo que habías planeado. Las casas son simples, un techo de palmera, generalmente sin piso, una terraza donde cuelga una hamaca, y donde a veces se mece a los bebés. Ahí también está el embarcadero desde donde puedes salir a la ciudad (Pucallpa) o ir a navegar hacía el bajo Ucayali.

En este clima tropical todo avanza más lento, con su propio ritmo, (como avalancha de manjar, como dice Samuel), tanto que a veces parece que el tiempo está suspendido, aunque cada tarde veas atardecer con colores distintos. Si te quedas quieto, ves pasar la lluvia, las nubes de algodón, las garzas, mirarás como el sube y baja el caudal de la laguna y es como si nada hubiera cambiado en lo sustancial.

Aquí sientes las energías de la tierra más fuertes, aunque tal vez son tus sentidos los que se agudizan al punto de percibir presencias del más allá o más acá. Si le preguntas a los locales es más fácil, “es el espíritu de la planta que estás tomando que te ha visitado”.

He pasado por todas las emociones desde la felicidad extrema a la depresión. He tenido altos y bajos. Días perfectos y otros en que habría salido corriendo de regreso a Chile, donde fuera de la familia y los amigos, nada me espera. Cuando pasa la tormenta, miro los ojos de mi compañero y no chocamos las cabezas, todo está bien. Seguiré aprovechando este tiempo para mirar adentro, sin juzgar lo que encuentre.

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