Crack

23 Aug

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Grafitti en calle Santa Isabel

Cra, cra, cra. Dice el pedal de la bicicleta. Trato de ignorarlo. Lo muevo y parece no tener problemas. Son casi las 10 de la noche y tengo sueño, mucho sueño. Sueño de sólo dormí dos horas. Pienso en bajar el cambio por si el cra, cra, cra se pone peligroso, pero quiero llegar rápido a casa. Mantengo la marcha y ¡crack!

Equilibro abriendo las piernas, el pedal salta a mitad de la calle, un peatón lo recoge, me lo devuelve. Sostengo el fierro en mi mano. Le saco una foto, la subo a Facebook. ¿No será mucho?
A mediodía mi tarjeta Bip! se había bloqueado sin motivo. ¡Recién le había cargado 10 lucas! Si la quiere arreglar, diríjase al centro Bip! más cercano ubicado a varios kilómetros de aquí. Opto por el camino fácil. Subo a la micro sin pagar, me hago la weona; “no sé qué le pasa a esta tarjeta”. “Y qué voy a saber yo, si es suya”, me dice el chofer. Soy oficialmente una evasora más del Transantiago.

Por eso, la imagen del pedal en el canasto de mi bicicleta me parece excesivo, innecesario. ¿Significa que otra vez mi vida está estancada? ¿Será una señal?  Estoy en Santa Isabel con San Francisco y si camino rápido estoy a una hora de casa. Justo hoy se me ocurrió usar tacos. Camino con la bicicleta a un lado, la mirada baja. Vivo el castigo, como si de alguna forma mereciera este día.

Al llegar al bar de René estoy a punto de renunciar y quedarme parada en la puerta con una botella de cerveza, amarrar la bici y pasarla a buscar otro día, otro mes, otro año. Cuando llego a Seminario ya me siento como Forrest. La gente me alienta con su mirada. ¡Run!, Cristina, ¡Run! Levanto los tacos, los hago sonar, /soy la reina de este lugar/. Los chicos muestran dedos arriba. Les sonrío.

En Girardi ocurre la catástrofe. Una cartulina rosada manda: “recicla tú basura” (SIC). Y entonces recuerdo que son casi todos unos conchasumadres, que le ponen acento al tú cuando no se debe, que sacan a pasear a sus perros y no recogen la caca, que son chaqueteros de puro chilenos que son, que los políticos nos meten el pico en el ojo y que ni en el fierro se puede confiar porque también se quiebra.

También me quiebro cuando leo esto y no suena tan bien como en mi cabeza. Si tengo suerte y sigo ensayando, cuando sea grande escribiré un ensayo que valga la pena. Y diré que valió la pena despertar hoy con el pie izquierdo. Que valió la pena no dormir, que valió la pena salir a trabajar, que valió la pena que se me pasó la micro, que no me sirve cualquiera. Que no importa si se cayó el internet, porque es casi medianoche otra vez y no te queda otra que escribir y ensayar. Escribir y ensayar hasta que funcione.

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