Exactamente 5 años atrás

28 Oct

Voy pedaleando por la ciclovía de Pocuro con mi bicicleta shuper (en realidad, en ese momento era la mountain bike oxidada que heredé de mi padre, que ahora vive en el patio olvidada bajo un trozo de nylon). Mi sicoanalista jungiana diría que era símbolo de los patrones implantados por ellos y el querer cumplir con sus expectativas… Justamente, me dirigía a una entrevista de trabajo.

Me sequé el poco sentador sudor de la frente y toqué el 440, me acordaba del número por el grupo que acompañaba a Juan Luis Guerra. En el ascensor, aproveché de arreglar la pinta. La entrevista era en la casa del jefe, porque su empresa en esos momentos solo tenía oficina virtual. Todos trabajaban desde sus casas. Buena señal, aunque para mi no alcanza. A mi me ofrece un puesto en una oficina, me habla de la jefa más otra “jefa” (mando medio) conocida como cliente complicada. Las preguntas sobre mi escasa experiencia en el rubro de las comunicaciones internas, pasan a otros asuntos más interesantes como mis columnas de restaurantes y mi colaboración con el indie rock en Super 45.cl. Nada más shuper. Así que por taquillera no más me dieron la pega.  Antes de irme, el jefe haciendo hincapié en mi pinta, dijo que debía ir formal. Y yo que pensé que lo estaba. Bueno a pensar qué se puede inventar. Compré una blusa de seda que me quedaba un par de tallas grande y agarré una falda que me regaló mi mamá. Me hubieran visto disfrazada de cajera de banco el primer día (y no es despectivo porque mi madre fue cajera). Nunca supe si lo de “formal” fue una broma, porque la compañía tenía un estilo un poco más casual que mi rancio e improvisado uniforme de ese día.

Los primeros días/semanas no fueron del todo ideales. Pensé que no duraría tres meses. Al final me quedé, contrato indefinido y lo demás, más de tres años y me costó muuucho soltar la seguridad del sueldo a fin de mes y lo grato que era trabajar con mi ex jefe que es más shuper y místico que yo.

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