Bienvenido Año Nuevo

5 Jan

 

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La puesta de sol desde mi ventana en Ani Nii Shobo.

El tiempo pasa más lento en la selva y ya no sabemos en qué día de la semana estamos. No he tenido la urgencia de escribir, concentrada en acostumbrarme al calor y a las picaduras de los mosquitos que son lo único que aleja este lugar de un verdadero paraíso. Ya tengo heridas de tanto rascarme y me dan ganas de tener mentholatum (esa pomada con mentol y alcanfor que venía en un envase redondo y metálico, bueno para el resfrío, las picadas y casi todo).

Terminé “Los detectives salvajes”, lo primero que leo de Bolaño y quedé p’adentro, literalmente. Pienso si podría alguna vez escribir una novela, luego me digo que debería escribir una novela, aunque difícilmente podría citar a tantos escritores como en los detectives o poner frases en latín o todas esas que hacía él para caricaturizar a los intelectuales de la época. Ahora empiezo “Kitchen” de Banana Yoshimoto.

Cuando estamos en Ani Nii Shobo nos conectamos con el teléfono y nos gastamos los 50MB de cada recarga en una hora, actualizando el Facebook o subiendo la nueva página del hogar de niños Nii Juinti, para el que estoy trabajando.

La noche de año nuevo fuimos a una fiesta al pueblo más cercano, la comunidad de San Francisco, que está compuesta por no más de 200 casas, no tiene ni cajero automático y es difícil encontrar una verdura. Fuimos invitados a la casa del Chamán, Roger. En su patio la fiesta estaba montada con grandes amplificadores y un computador pasaba música tropical. Cuando llegamos, como a las 6 de la tarde, ya todos estaban más que enfiestados.

De la nada, Roger dijo a Samuel que querían un estadio para el pueblo y que él haría los planos. Luego se le ocurrió que ambo seríamos los padrinos del lugar y que pondría una pancarta con nuestra foto el día de la inauguración. Espero que esa última parte no ocurra, ahora sería entretenido que en la pasada construyamos un estadio, aunque por ahora se ve difícil.

De regreso, caminamos un poco mirando los destellos de los fuegos artificiales de Pucallpa desde lejos y a la derecha de ellos múltiples rayos de tormenta que superaban largamente las luces de artificio. Fue un buen comienzo de año, aunque les quedé debiendo el abrazo de año nuevo a muchas personas que quiero. Los dejaré guardados, así tendremos un banco de abrazos esperándonos cuando regresemos por el mismo camino.

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