Enero selvático

17 Jan

hijosjuio

Vamos a cumplir un mes en la selva y parece que nos vinimos ayer. Aquí el ritmo de la vida es más lento. El calor no nos deja vivir a nuestro ritmo acelerado de siempre. Empecé mis tareas de comunicaciones sin conexión a internet cercana. Lo bueno es que ya descubrimos que nos podemos conectar a través de nuestros teléfonos y pronto llegará nuestra conexión USB. Aquí definitivamente no hay espacio para aburrirse. Esta es nuestra casa ahora y debemos ayudar a los voluntarios que llevan el lugar a cocinar, lavar platos, limpiar, cosechar limones o encender el generador.

Hemos viajado varias veces a la ciudad. La última fue larga y divertida. Nos levantamos temprano y decidimos esperar el bote que venía a dejar a Noé a Ani Nii Shobo. Julio, el botero, no sabía que íbamos y cuando llegamos al caserío de San Salvador, no teníamos motocarro para llegar a la ciudad. Debíamos caminar hasta “la loma”. El día estaba ideal para caminar, con unas nubes bien cargadas que nos daban sombra. Hacía menos calor que lo habitual. Pasamos las casas, la plantación de papayas y la fábrica de ladrillos que a esa hora estaba desierta.

Encontramos un motocarro que llevaba a una persona a San Salvador y nos dijo el conductor que nos subiéramos, pero hacer el camino de regreso a san salvador y de vuelta no nos pareció tan bueno. A los pocos metros llegamos al cruce. Vimos cómo unos campesinos arriaban sus vacas de un lado a otro del campo. Y entonces pasó un camionero muy amable que nos llevó, pocos minutos antes que comenzara a llover. Además, el conductor fue muy sociable y nos comentó sobre buenos lugares para visitar.  Al final nos tomamos más de 2 horas hasta la oficina, pero fue entretenido.

Esta vez no nos quedamos en Pucallpa y volvemos en el día. Motocarro hasta San Salvador y Julio nos espera con el bote y se suben 3 de sus hijos que casi siempre nos acompañan en el viaje, hasta la playa donde recalan los botes en Ani Nii Shobo.

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