Cosas que pasan en el living

23 Aug

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La Niña Tormenta canta unas notas dulces con su ukelele bajo un paraguas rojo, le canta a su nombre, a la tormenta. Somos la tormenta, dice, bailamos en la niebla. Este concierto íntimo ocurrió en el living de una casa, la sede del Museo Internacional de Chile (MICh, un colectivo artístico y galería). También cantó Diego Lorenzini, el organizador de los “Miércoles Radicales”, que se hacen cualquier día menos los miércoles. La dinámica es que cualquiera del público puede tocar algún instrumento de percusión disponible, dibujar con hojas y lápices o cantar si lo desea. Vendieron navegado y sopaipillas. Hacia el final hicieron una rifa y gané un compilado del sello Uva Robot en su tour a Mendoza.

Para entrar sólo debías dibujarte un wantán andando en skate en el brazo. ¡La vida es gratis! Qué generoso el gesto de estos músicos que se declaran gente común. Con un formato parecido, aunque con costo de entrada, Lorenzini organiza los “Rayos y temblores”, una combinación música y poesía. El formato no es nuevo, pero sí bastante novedoso para el pueblerino Santiago de Chile y su agotada escena musical.

Además de quedar feliz después de cantar a coro con la sublime atormentada, me quedé pensando en las cosas que han pasado este año en el living de mi casa. El taller de títeres, que ahora tiene el nombre oficial de Taller Unión Literaria (TUL), el de libretas (encuadernación) y el literario itinerante, que se reúnen en forma espontánea casi todas las semanas, y que siempre van acompañados por buena comida. Espacios creativo-terapéuticos con puro calor de hogar y amigos. Toda ellas experiencias inolvidables, cercanas, personales.

Me siento en presencia de un descubrimiento, el del trabajo colaborativo, organizado por amateurs, que con su mirada fresca logra hacer cosas sorprendentes. Soy parte de esa revolución silenciosa que se generó en la sala de estar, junto al Gatísimo que duerme enroscado, y llegó para quedarse.

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