¡Se nos fue el año! (otra vez)

29 Dec

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Santa’s libation, un cóctel del restaurante BBQ El Camino del Barrio Italia

Los recuentos y listas de fin de año me dan monos. Soy muy mala eligiendo el mejor momento del año. Me siento como al final de un capítulo de Southpark cada vez que digo “este año aprendí que…”. Carajos, espero haber aprendido, pero probablemente es muy pronto para decirlo.

 

En días previos a Navidad me inundó la nostalgia. Escucho veinte veces “Homesick”, de Kings of Convenience. Busco mi hogar. En qué momento escondí esas cosas tan mías. Lo bueno es que no las perdí, las guardé en un cajón que abro ahora para mirar los empolvados recuerdos de esa que fui y soy.

 

Vereda de medianoche, mis pasos se cruzan al paso de cucarachas y arañas noctámbulas. Las luces de las casas y sus muñecos gigantes de Navidad, las palabras de una amiga, un vaso de Santa’s Libation con lavanda, duraznos y un exceso de gin en El Camino, todos son objetos preciosos para mi distracción. El alcohol no es bueno para la tristeza, la hace profunda. Navego en aguas espesas. La luna está casi llena, las estrellas me saludan. Todo parece hermoso, casi irreal, como fotos de momentos felices de esos que ya no están contigo en el viaje.

 

Mi tarea de estas semanas es buscar propósitos para 2016. Una hoja en blanco, otra lista de deseos vacía. Muchos de los objetivos del año pasado no se han cumplido, así que haré trampa y, por ahora, voy a copiar los pendientes y seguiré llamando metas nuevas en mis sueños. Hasta el trabajo me tira unas pistas, cuando edito una “Guía de liberación” (suena mucho mejor de lo que es) o sigo los pasos de mi abuelo desconocido partiendo por su Curacautín natal para el libro que aún no termino. Entonces, el propósito será perseverar. Como me dijo un alma sabia, “poquito a poco el ave hace su nido” (“petit a petit l’oiseau fait son nid”).

 

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