Monthly Archives: August 2013

Fábulas de la reconstrucción. Parte 7: Meditar

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Los estucadores colombianos que trajeron la salsa al soundtrack de la constru.

Me cuesta escribir cuando mi mente está hiperactiva. Entonces, recuerdo que la escritura me funciona de meditación, así que dejo las patrañas y me lanzo otra vez. Tengo la sensación de que ya pasó lo más difícil, aprendimos que los obstáculos pasan y que nada puede arrebatarnos lo esencial, motivos de más para sentirse bien.

Bajó el miedo, aunque la sensación de alerta sigue, porque sabemos que todavía algo tiene que pasar, (no sólo lo digo por mí) muchos no hemos llegado al lugar donde queremos estar. En este caso, el proceso que empezó hace 7 semanas. Pasamos la mitad y la casa ya comienza a aparecer. Ahora es más fácil explicar a las visitas dónde estará la cocina. Siento que falta poco para recuperarla y volver a hornear, aunque por ahora nos las arreglamos bastante bien con una cocinilla de camping.

Gracias a Samuel, que por esto días tuvo que hacer de gasfiter, tenemos agua caliente y de a poco empezamos a recuperar nuestras comodidades. Desde el comienzo de la aventura, uno de los requisitos era conseguirnos una tina más grande, para poder darme baños con sales o espuma. Y el desafío es conseguir una del modo más económico posible. Las antiguas bañeras inglesas son escasas y cuestan demasiado, así que estamos con un proyecto algo alocado, que podría transformarse en emprendimiento, si resulta.

Esa es la parte entretenida /lúdica de estos tiempos es que nos plantean acertijos, obligándonos a pensar distinto y reflotar la opciones descabelladas. En eso estamos, poniéndonos creativos con todo, incluso con la billetera. Porque para pasar agosto (serios estudios comprueban que es el mes más largo del año ¡cuek!) TODO VALE.

Fábulas de la reconstrucción. Parte 6: La montaña rusa

Foto x Samuel

Foto x Samuel

Hola a todos y bienvenidos a mi montaña rusa. Esta semana los ánimos han estado caldeados, con temperatura de consomé y color de crema de lentejas. Le pusimos unos tocinos crocantes ayer en una pelea con nuestro jefe de obra, quien se niega a hacer las cosas como queremos e insiste en hacerlas del modo más rápido, para poder volar pronto a otra faena.
En medio de discusiones y cavilaciones, terminamos cediendo un poco y al parecer todavía tenemos a la cuadrilla peruana para seguir levantando el palacio. El dinero se extingue y los materiales también. Pero el haber pasado por la mitad, el crux, nos devolvió un poco el aire.

Ahora entramos tramo de la montaña rusa donde todo está nuevamente en orden. Aunque tal vez no sea esa la mejor palabra para describirlo. Cuando estás completamente entregado a los vaivenes del juego, te quedas en una quietud expectante, una tregua, la pausa breve antes que las nubes se inflen los suficiente para juntar el peso necesario y convertirse en lluvia.

Hasta ahora hemos superado los chaparrones. También sabemos que a la vuelta de la esquina nos espera una nueva vuelta en 360°. Así que todos a tomar aire y gritar desde las tripas, porque ya nos lanzamos a la aventura otra vez. Lo bueno, es que cada día estoy más segura que pasamos agosto y queda sólo un mes para el 18, fecha del descanso nacional y el ¡viva Chile!

Fábulas de la reconstrucción. Parte 5: Resistencias

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Llegó la lluvia. Abrimos la puerta y entró tímidamente el agua a nuestra habitación. Toallas al piso y alarma general. Sabía que sucedería, el pronóstico lo había anunciado una semana antes, pero como siempre, el aluvión me pilló desprevenida. En medio de la exagerada reacción mía, Samuel intentó heroicamente instalar una canaleta para frenar la ducha que nos caía a pocos metros. Como resultado quedamos mojados y medios resentidos. Tomamos un té frío y nos arreglamos de camino a mi trabajo. ¡Qué difícil soltar! En el fondo,a pesar de mi exageración y los desajustes que causé, todo estaba bien.

Han sido semanas de muchas emociones y, cómo no, si una de mis debilidades históricas es el manejo del estrés. Samuel ha llevado todo el peso de la reconstrucción en sus hombros. Hace un par de semanas, yo ni sabía que existían los tornillos para vulcanita… Y aunque soy bien poco aporte, este proceso también me quita el sueño. Si hasta el proyecto entero estuvo peligrando, cuando uno de los vecinos reclamó que le robábamos el sol. Unos centímetros más otros menos, ¡gracias al universo! finalmente decidió olvidar el asunto y quedamos todos amigos, invitados al asado de inauguración, que esperamos suceda en un par de meses.

A pesar de los nervios, las últimas semanas han estado llenas de lindas sorpresas. Sumamos el apoyo incondicional del vecino montañista que siempre se pasea en su bicicleta con una sonrisa a flor de labios. ¡Participé y gané! una comida en Rocoto Delivery gracias a abretuboca.com, un sitio ñami, con recetas y columnas para chuparse los dedos; el dueño de Quesos La Lechería me regaló medialunas congeladas porque no le habían llegado las frescas y hasta me indicó cómo dejarlas crujientes para servir; y gracias al súper exclusivo diseñador Kevin Kobek conseguí un vestido de puta madre para el matri-despedida de Montse e Ignacio. Y todo eso gratis. Otra prueba de que es mejor tener amigos que dinero. (Dato: el domingo 11 de agosto hay una gratiferia en el Parque Bustamante, donde puedes ofrecer un servicio a cambio de algo que necesitas o simplemente regalar lo que no usas, dejando espacio para lo nuevo).

La terapia de la constru ha sido abrupta, devastadora y al mismo tiempo genial. Me ha puesto los nervios de punta, me ha hecho odiar lo que no vibra con mi esencia, rabiar con todos y todo, meter las patas una y otra vez y entender que la verdadera urgencia es encontrar mi lugar. También me enseñó que cuando te sientes agotada, confusa y colapsada, no hay mejor medicina que un abrazo para devolverme los choros al canasto.