Monthly Archives: September 2013

Fábulas de la reconstrucción. Parte 10. La escalera.

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Estamos en las últimas. La constru nos ha estrujado energías, tripas, corazón y hasta el último peso. Hemos trabajado por esto y seguimos avanzamos lentamente hacia nuestra libertad.

Pienso que, después de todo, lo hemos hecho bien. Y lo más importante: simplemente, ¡lo hicimos! Hemos creado una historia que partió descubriendo los subterráneos blindados, poniendo a la luz los cimientos, para después volver a crear, con soluciones creativas y a pulso nuestra propia escalera al cielo. Ahora lo que sabemos es que llega al segundo piso y ¡funciona!

Desde aquí, siento que sólo hay camino de bajada y me pongo más liviana, aunque sé que todavía nos falta por recorrer. En este sendero estamos en la etapa de vender todo lo que podemos y nos sobra, el calefont antiguo, los teléfonos fijos que ya no tienen línea para funcionar, los notebook con la pantalla rota, la tina que nos inventamos (¡que llega hoy!) y pronto la colección de CDs de mi vida. Todavía no comienzo la titánica tarea de catalogarlos y sólo pienso en cuáles no quiero soltar. Me quedaré con los de Arcade Fire, Yo La Tengo, REM y tal vez con el debut de Pánico… Mmmm, ¡ya! Cuando la tenga, los invito a la subasta.

Mañana tendremos amigos voluntarios trabajando, en vez de maestros. Se me viene la idea de que siempre vale más tener amigos que plata. Y ahora a cruzar los dedos porque nuestra meta es tener listo el loft en ¡2 semanas! ¿Será cierto? Vamos a ver.

Fábulas de la reconstrucción. Parte 9. Back on track.

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Con escándalo de vecindad barata, terminamos el trato con el jefe de obra peruano, que nos había dejado botados por dos semanas, con excusas varias. La realidad es que estaba trabajando en 2 obras más. Conversamos con él que preferíamos dejarlo hasta ahí y así poder contratar a otras personas que fueran capaces de terminar el trabajo y rezongó un poco pero aceptó. Claro que cuando fue a buscar sus cosas, se volvió loco (probablemente ya lo estaba) y comenzó a cobrarnos un dinero que no le debíamos, a la mitad de la discusión se desdijo (“no les he pedido esa suma”), aunque ya todos lo había escuchado y de ahí siguió el griterío hasta que el peruano decidió llamar a Carabineros, para dejar una constancia de que se iba sin robar nada (plop!).

Estaba brava y le grité consignas bien de corte venezolano del tipo “insulto a la humanidad” y “estafador de poca monta”, mientras él me grababa con su celular. Menos mal que no me salió lo Rosa Espinoza.

Todo sucedió el sábado a las 9 am y quedamos nerviosos por el resto del día. Más encima, unos delincuentes pasaron marcando las casas de la cuadra, lo que nos dejó más alarmados.

Lo bueno es que el domingo ya habíamos dado vuelta la página. Conseguimos mano de obra más confiable y por fin estamos de vuelta avanzando. Con 18 de por medio, aro, aro, aro, ármate el asado, que ni la chicha ni la cueca nos va impedir construir este depa. 😉

Fábulas de la Reconstrucción. Parte 8. La espera.

foto by SBS.

foto by SBS.

¡Respirar! Qué difícil se hace cuando en realidad lo que quieres es estrangular a un jefe de cuadrilla peruano que no para de hablar, intentando sacarte más dinero de lo que estaba pactado y más encima haciendo las cosas mal; o salir corriendo en cualquier dirección.

Como verán, la construcción –conforme se acerca a su final- se va poniendo más difícil. Los maestros no vendrán esta semana, por lo que el avance paró. Supongo que el mensaje es aceptar y detenerse, y no soy la única a la que le han llegado estos mensajes.

Si ellos no quieren terminar la obra, no importa. Nos demoraremos más, pero lo haremos, sea con ellos o con otros. La cosa es que a estas alturas no queda mucho más que respirar y tratar de calmar la ansiedad mega brutal que me embarga. Aunque no funcionó el truco a la hora de responderle al líder hiperventilado de la cuadrilla de constructores que nos atañe.

Samu y yo estamos obsesionados con la obra y hasta atados a la casa, porque por algún motivo nuevamente estamos sin puerta (y sí otro mensaje más que me enfrenta a los miedos de siempre y mi inseguridad), embarcados en el proyecto más ambicioso de mi historia, con el mejor capitán a la cabeza y una mascota que nos acompaña con sus peludos ronquidos nocturnos en la proeza.

Todo entra en crisis, la incertidumbre, los reclamos injustificados de los maestros, un ojo de Samu accidentado con pasada por la urgencia, y la sensación de que tendremos que hacer magia para poder llegar a puerto. Lo único que tengo claro es que sí que tenemos la magia, sobre todo cuando en medio de todo el caos, seguimos siendo capaces de reírnos y disfrutar de las cosas simples.