Le gustaba esperar la hora dorada, esa de luz perfecta en que el atardecer hacía gala en el horizonte de la bahía. Entonces, se perdía por las calles de Valparaíso, siguiendo la línea de los cerros, desde el oriente por la Avenida Alemania. Al llegar a la zona de la ex-Cárcel recordó a un amigo que vivía cerca y, como solía hacer en estos paseos, llamó para ver si coincidían. Kurt abrió la puerta y lo llevó hasta una terraza que habían acondicionado con sus vecinos en lo que antes era un basural. Ahí lo golpeó la luz. “Se llama Equinoccio de Primavera”, dijo Kurt. Mientras la neblina se iba acumulando en lo bajo, este graffiti pintado sobre un edificio de 15 pisos emergía como un testigo del atardecer semi nublado, lo que hacía ver aún más exaltada la voluptuosidad de la bahía, con las primeras luces de sus casas encendidas. A Edu le parecía que los artistas le habían regalado un atardecer a los que miraban desde el poniente, con esos personajes que hablaban de la naturaleza y de cómo el sol y la luna se sucedían en un juego de luces y sombra que alimentaba a la tierra. Con su vista sobre la neblina densa y bajita, Edu se sintió, de pronto, iluminado.
Tremenda Historia !!!
Gracias por la confianza y por compartir tus increíbles fotos 🙂