Hablar con extraños

28 Oct

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Es la única forma en que un extraño se puede volver un amigo. De otro modo, nos quedaríamos hablándoles a los mismos de lo mismo, siempre.  Por eso, los llamo a desobedecer.

Cuando colgué el teléfono, un extraño me había escuchado hablar de la película “Lucy”. “Es buena esa película. Esa es la última de Scarlett Johansson, ¿la vió? Yo la vi y es súper buena”. Me hizo un resumen y molestándolo, le respondí que ahora que me la había contado, tal vez ya no necesitaba verla. Nos reímos. “Es la primera vez que me subo a un ferry”, comentó.

Se nos sumó su amigo Washington, con quien se reencontraba después de muchos años en la Región de Los Ríos. Aurelio vivía casi todo el año en Estados Unidos, aunque ahora ya está aburrido. Dice que no le quedan amigos allá. Nos quedamos en la cubierta, viendo al barco acercarse a Corral.

“Vamos a Chaihuín”. “¡Ya!” les digo yo que me había subido al ferry sin mucha expectativa. Antes de preguntar cómo ni dónde, me subí al auto acompañando al dúo dinámico. Eran músicos, habían tocado en la Filarmónica de Chile en los 80.

Paramos en el cementerio de Corral, para ponerle unas flores a la mamá de Washington que falleció a los 103 años, justo un mes antes de un hermano mayor al que le habían diagnosticado cáncer.

Tomamos la futura carreta de la costa y llegamos donde el río Chaihuín se une al mar. Cerca del puente, encargamos las mejores empanadas de locos que probé en años. Washington recuerda que a los 12 años hacía esta distancia a pie con sus amigos, por el bosque, en una travesía que les tomaba todo el día a buen paso.

Caen unas gotas de agua sobre el río y el mar. Miramos absortos en la belleza del paisaje, comiendo pan y queso valdiviano.  Nos vamos a la Playa Huiro, también visitamos una lobera. En el camino, nuestro anfitrión nos enseña el olivillo, el mañío, los alerces y lo que queda de bosque nativo.

Nos cuenta que una ONG está cambiando los eucaliptos por especies originales. Donde antes habían alerces, ahora es todo eucalipto, uno de los malos negocios que Chile hizo en dictadura y que ahora parece estar dando la vuelta.

Una once mirando el mar y los botes en la tarde calma. Comemos locos y mermelada de cerezas del campo. Se va el sol y me despido mirando al cielo. Doy las gracias por este encuentro y les pido a las nubes púrpura que les dé fortuna a mis amigos de viaje.

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