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Enero selvático

hijosjuio

Vamos a cumplir un mes en la selva y parece que nos vinimos ayer. Aquí el ritmo de la vida es más lento. El calor no nos deja vivir a nuestro ritmo acelerado de siempre. Empecé mis tareas de comunicaciones sin conexión a internet cercana. Lo bueno es que ya descubrimos que nos podemos conectar a través de nuestros teléfonos y pronto llegará nuestra conexión USB. Aquí definitivamente no hay espacio para aburrirse. Esta es nuestra casa ahora y debemos ayudar a los voluntarios que llevan el lugar a cocinar, lavar platos, limpiar, cosechar limones o encender el generador.

Hemos viajado varias veces a la ciudad. La última fue larga y divertida. Nos levantamos temprano y decidimos esperar el bote que venía a dejar a Noé a Ani Nii Shobo. Julio, el botero, no sabía que íbamos y cuando llegamos al caserío de San Salvador, no teníamos motocarro para llegar a la ciudad. Debíamos caminar hasta “la loma”. El día estaba ideal para caminar, con unas nubes bien cargadas que nos daban sombra. Hacía menos calor que lo habitual. Pasamos las casas, la plantación de papayas y la fábrica de ladrillos que a esa hora estaba desierta.

Encontramos un motocarro que llevaba a una persona a San Salvador y nos dijo el conductor que nos subiéramos, pero hacer el camino de regreso a san salvador y de vuelta no nos pareció tan bueno. A los pocos metros llegamos al cruce. Vimos cómo unos campesinos arriaban sus vacas de un lado a otro del campo. Y entonces pasó un camionero muy amable que nos llevó, pocos minutos antes que comenzara a llover. Además, el conductor fue muy sociable y nos comentó sobre buenos lugares para visitar.  Al final nos tomamos más de 2 horas hasta la oficina, pero fue entretenido.

Esta vez no nos quedamos en Pucallpa y volvemos en el día. Motocarro hasta San Salvador y Julio nos espera con el bote y se suben 3 de sus hijos que casi siempre nos acompañan en el viaje, hasta la playa donde recalan los botes en Ani Nii Shobo.

La planta maestra me dice: deja de pensar

shipibo-patternsCuando recibí el vaso pensé rápidamente en las cosas que quería “intencionar” y tragué esta infusión de ayahuasca y chacruna de golpe para no sentir el sabor que a muchos les repugna. No me pareció mal, más bien una textura áspera, espesa, resinosa.

A los pocos minutos me sentía completamente anestesiada. La planta toma alrededor de una hora en hacer efecto. A mi me tomó mucho menos. Ni siquiera habían comenzado los cantos cuando ya había logrado entrar en mi.

Quise ir en busca de mis miedos, pero no logré, tal vez porque aún no estoy preparada. Si tuve la imagen clara de estar en el vientre de mi madre y que me gritaran: get out now! Eso porque toda esta primera parte la viví, sentí y pensé en inglés. Por lo de mi nacimiento, no es extraño, cuenta la historia familiar que en ese momento mi padre estaba cesante y encontró trabajo el día que nací.

Cuando pregunté por qué estoy pensando esto en inglés, la respuesta fue: porque tienes que escribir en inglés. Veía colores, figuras, como las de los bordados Shipibo y mientras viajaba adelantada, pensaba en cómo describiría más tarde la experiencia. ¿Por qué no puedo solamente vivir el momento?, me reproché. La travesía recién comenzaba.

Gran parte del viaje tuve sensaciones placenteras y al mismo tiempo indescriptibles. Sin embargo, cuando interrogaba, recibía lo que estaba buscando. Pregunté por el dolor casi crónico de mis tobillos y lo que vino a mi mente fue “Patricia Estrella”. Así es como le dice de cariño el Samu a mi hermana, por el personaje rosado de Bob Esponja. Eso porque yo la veía estancada en la vida.

Con mi personalidad ansiosa, pensaba en cuándo escucharía los cantos (ícaros). También creí que sería imposible recordar lo vivido al día siguiente. Seguí meditando y sentí que las figuras de los Shipibo eran caminos que los guiaban a sus ancestros.

Roger y Mitsu empezaron con los ícaros justo en el minuto que me sentí de regreso de mi ensoñación. Seguí en un letargo alerta por varios minutos. Cuando volví a retomar el viaje nuevamente visualicé colores y experimente una sensación de gran bienestar.

Hubo un solo mensaje y muy claro: stop thinking! Then I realized that everything that I do without thinking is good (deja de pensar! Entonces, me di cuenta que todo lo que hago sin pensar es bueno).

En mis imágenes habían lianas como la ayahuasca creciendo en formas geométricas, incluso alrededor mío. También vi dibujos, ilustraciones animadas. Para mi, estos representan el mundo de la imaginación, un lugar donde se puede crear sin necesariamente hacer referencia a la realidad. Tal vez la ilustración acompañe de algún modo mi vocación narrativa, que por aquí se iluminó y me trajo una tarea: crear nuevos arquetipos.

En algún minuto vino la náusea. De una forma pacífica, no explosiva, boté algo de bilis, luego me dormí y sudé por algunas horas hasta que comenzó el amanecer. Dormí profundamente.

Este fue el punto más alto de estas vacaciones, mi retiro espiritual en Ani Nii Shobo. Del resto de las aventuras, tal vez les cuente en vivo, si se presenta la ocasión.