Hilos luminosos se transmiten desde A hasta B.
Es una conversación sin sonido.
Cuando A y B se miran, hay una tensión eléctrica que surca el aire entre ellos.
Sus vidas son rayos que nacieron fuera de la tormenta, dentro de un tubo de ensayos.
Puede que A y B sean opuestos que se atraen. De eso, hay evidencia.
A y B se comunican sin tener que hablar. Son, a todas luces, frecuencias resonantes.
Para A es natural vibrar con B y lo hacen en forma recíproca.
Su intensidad, aunque no se escucha, es palpable. Si te acercas, se erizan los pelos.
El baile de luces que se genera entre A y B es un espectáculo.
A y B fueron hechos para probar que la energía se puede transmitir sin necesidad de cables.
A y B parecen dos pero son uno que se transforma.
Son conectores en una bobina que se replica por amor a Tesla.