Me encanta esa expresión que comenzamos a repetir justo después del 18 de septiembre (fiestas patrias) para hacer que el último trimestre del año de pase volando. Y ahora se fue.
Me largo de la ciudad y esperaré el nuevo año bajo una luna fresca, rodeada por montañas y rocas.
Ya saben que odio los recuentos, pero si tengo mis tradiciones. Una de ellas es la horneada mágica de queques, magdalenas o galletas, que serán distribuidas entre los amigos más volados. La otra tradición, menos interrumpida, es pensar las intenciones para el año que comienza.
Aun con la confusión de este fin de año a cuestas, surgen algunas metas, anhelos largamente postergados, ideas a largo, súper largo y mega largo plazo. Si miras para atrás, ya no eres el mismo de hace 5 años, pero sigues siendo tú.
¿Dónde estaremos en 5 años más?
En el lugar que sea, prometo encontrarme.
PD: Quiero agradecer a Azog el orco y a la vaca-fácil-para-dibujar por las visitas que le han aportado a este blog.