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Fábulas de la reconstrucción. Parte 10. La escalera.

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Estamos en las últimas. La constru nos ha estrujado energías, tripas, corazón y hasta el último peso. Hemos trabajado por esto y seguimos avanzamos lentamente hacia nuestra libertad.

Pienso que, después de todo, lo hemos hecho bien. Y lo más importante: simplemente, ¡lo hicimos! Hemos creado una historia que partió descubriendo los subterráneos blindados, poniendo a la luz los cimientos, para después volver a crear, con soluciones creativas y a pulso nuestra propia escalera al cielo. Ahora lo que sabemos es que llega al segundo piso y ¡funciona!

Desde aquí, siento que sólo hay camino de bajada y me pongo más liviana, aunque sé que todavía nos falta por recorrer. En este sendero estamos en la etapa de vender todo lo que podemos y nos sobra, el calefont antiguo, los teléfonos fijos que ya no tienen línea para funcionar, los notebook con la pantalla rota, la tina que nos inventamos (¡que llega hoy!) y pronto la colección de CDs de mi vida. Todavía no comienzo la titánica tarea de catalogarlos y sólo pienso en cuáles no quiero soltar. Me quedaré con los de Arcade Fire, Yo La Tengo, REM y tal vez con el debut de Pánico… Mmmm, ¡ya! Cuando la tenga, los invito a la subasta.

Mañana tendremos amigos voluntarios trabajando, en vez de maestros. Se me viene la idea de que siempre vale más tener amigos que plata. Y ahora a cruzar los dedos porque nuestra meta es tener listo el loft en ¡2 semanas! ¿Será cierto? Vamos a ver.

Fábulas de la reconstrucción. Parte 7: Meditar

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Los estucadores colombianos que trajeron la salsa al soundtrack de la constru.

Me cuesta escribir cuando mi mente está hiperactiva. Entonces, recuerdo que la escritura me funciona de meditación, así que dejo las patrañas y me lanzo otra vez. Tengo la sensación de que ya pasó lo más difícil, aprendimos que los obstáculos pasan y que nada puede arrebatarnos lo esencial, motivos de más para sentirse bien.

Bajó el miedo, aunque la sensación de alerta sigue, porque sabemos que todavía algo tiene que pasar, (no sólo lo digo por mí) muchos no hemos llegado al lugar donde queremos estar. En este caso, el proceso que empezó hace 7 semanas. Pasamos la mitad y la casa ya comienza a aparecer. Ahora es más fácil explicar a las visitas dónde estará la cocina. Siento que falta poco para recuperarla y volver a hornear, aunque por ahora nos las arreglamos bastante bien con una cocinilla de camping.

Gracias a Samuel, que por esto días tuvo que hacer de gasfiter, tenemos agua caliente y de a poco empezamos a recuperar nuestras comodidades. Desde el comienzo de la aventura, uno de los requisitos era conseguirnos una tina más grande, para poder darme baños con sales o espuma. Y el desafío es conseguir una del modo más económico posible. Las antiguas bañeras inglesas son escasas y cuestan demasiado, así que estamos con un proyecto algo alocado, que podría transformarse en emprendimiento, si resulta.

Esa es la parte entretenida /lúdica de estos tiempos es que nos plantean acertijos, obligándonos a pensar distinto y reflotar la opciones descabelladas. En eso estamos, poniéndonos creativos con todo, incluso con la billetera. Porque para pasar agosto (serios estudios comprueban que es el mes más largo del año ¡cuek!) TODO VALE.

Fábulas de la reconstrucción. Parte 6: La montaña rusa

Foto x Samuel

Foto x Samuel

Hola a todos y bienvenidos a mi montaña rusa. Esta semana los ánimos han estado caldeados, con temperatura de consomé y color de crema de lentejas. Le pusimos unos tocinos crocantes ayer en una pelea con nuestro jefe de obra, quien se niega a hacer las cosas como queremos e insiste en hacerlas del modo más rápido, para poder volar pronto a otra faena.
En medio de discusiones y cavilaciones, terminamos cediendo un poco y al parecer todavía tenemos a la cuadrilla peruana para seguir levantando el palacio. El dinero se extingue y los materiales también. Pero el haber pasado por la mitad, el crux, nos devolvió un poco el aire.

Ahora entramos tramo de la montaña rusa donde todo está nuevamente en orden. Aunque tal vez no sea esa la mejor palabra para describirlo. Cuando estás completamente entregado a los vaivenes del juego, te quedas en una quietud expectante, una tregua, la pausa breve antes que las nubes se inflen los suficiente para juntar el peso necesario y convertirse en lluvia.

Hasta ahora hemos superado los chaparrones. También sabemos que a la vuelta de la esquina nos espera una nueva vuelta en 360°. Así que todos a tomar aire y gritar desde las tripas, porque ya nos lanzamos a la aventura otra vez. Lo bueno, es que cada día estoy más segura que pasamos agosto y queda sólo un mes para el 18, fecha del descanso nacional y el ¡viva Chile!

Fábulas de la Reconstrucción. Parte 2.

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El primer shock de la demolición se fue acrecentando, aunque creo que ya adapté a esta forma de hacer campismo en casa. La cocina se fue al patio. Los muebles que eran pocos y malos, así que se regalaron o terminaron arriba del camión de escombros.

Lo más grave es la falta de agua caliente, por lo que postulé la piscina como mi nuevo baño. Mis amigos me han ofrecido sus duchas por doquier, así que iré rotando de ducha en ducha hasta que se vuelva a instalar el amado calefont en la mía. Nunca pensé que un aparato tan insignificante tuviera tanta relevancia en mi burguesa vida.

A falta de agua caliente, tenemos internet. Y, bueno, también es necesario aunque me quita el mal olor.

Los encargados del trabajo son 3 tipos jóvenes, dos de ellos veinteañeros que se veían felices mazo y picota en mano, tumbando todo lo que se les vino por delante.

Ahora estamos reducidos a nuestra mínima expresión. Enjaulados por las cajas de objetos que nos resistimos a tirar, esperando hacernos el tiempo para ir a regalar algunos items coleccionables que hemos acordado, jugando a dónde quedó tal o cual, pero bastante organizados al respecto. Samuel pregunta dónde y generalmente sé la respuesta. Por eso, ahora me creo el hoyo del queque y ando brabucona por ahí… En el fondo, cada día estoy más impactada con este estado sin techo temporal. Pienso en los que no tienen casa y en los niños de África y todas esas cosas (broma).

Al menos a mi, aunque estoy toda gruñona y no quiero despegarme del proceso, ni las paredes de casa, todavía me queda lo principal: Samu, gato y el sueño de lo que espero pronto sea mi nuevo lugar.