Le pedí al viejo pascuero que me trajera un frasco de paz interior y otro de claridad mental y el viejo CTM para variar me regaló un montón de cosas que no necesitaba. Cosas buenas y bonitas, cosas materiales. Pero voy a esperar a Día de Reyes a ver si espabila alguno de los magos y me hace llegar el pedido.
Y es que en medio de estos días de ajetreo y agote, añoro mis momentos de claridad mental, cuando estoy completamente segura de lo que veo, hago o digo, no tengo dudas y puedo tomar decisiones sin preguntarme dos veces ¿será lo mejor?
Aunque detesto las listas y los recuentos de fin de año, sirven para darse cuenta lo ricos que somos. Millonarios en abrazos, caricias, amigos y amor. Que tenemos hasta un gato que nos maúlla de sobra, una familia muy bella, un jardín donde todo florece.
Hay que admitir que estuvo buena la natividad. Visitamos y nos visitaron. Vino Daniel desde Valdivia, mi hermano Ro de Viña, comimos y celebramos con las familias de un lado y de otro. Y siguen llegando los regalos, mientras la inquietud cesa y mi corazón comienza a retumbar más tranquilo y acompasado.
De a poco se disipa el ruido mental, aunque ese ruido me frene las ideas y produzca párrafos insensatos pegoteados a la mala. Voy a seguir persiguiendo fantasmas, tomando las imágenes de un lugar para ligarlas a otro. Zurciendo el paño roto del pasado con sueños, tejiendo un tapiz que no se sabe dónde va a terminar ni si será útil. Poniendo asuntos en orden. Dejando los cajones de un escritorio vacíos para llenar otro nuevo.
Malas noticias. El pascuero no te traerá ese regalo porque lo tienes que encontrar tú y en tu interior, no se compra en un boliche, tienes que buscar en ti. No culpes a Santa!
Si sé… Pero sería tan más fácil seguir creyendo en el viejo pascuero. 😉
gracias amiga!
Yo, en cambio, respaldo la tesis de que es el viejo gringo de rojo el responsable y que sí debería traer algo de paz y armonía, porque hay que reconocer que en buena medida fue él uno de los embajadores de nuestra actual condición. El viejo pascuero, las multitiendas, los “políticos flojos y empresarios predadores” (Chinoy), la publicidad, etc.
Pero en fin, bastará tal vez con reunirnos entre nosotros, familiares, amigos y no invitar a la fiesta a ninguna institución anquilosada, icono malintencionado o universidad mercantil y ya veremos como todo se aclara, se silencian los lobos, desaparecen las falsas concepciones del éxito y la ansiedad de vano reconocimiento masivo. En resumen, veremos como con la partida del espíritu de la navidad, de la nación y del consumo, vuelve nuestro propio espíritu a habitarnos.
Si los pronósticos astrológicos son acertados, el mundo sigue despertando, el viejo gordo y rojo y el capitalismo sin regulación tendrán que pasar a segundo plano.