Me obligo a escribir para calmar una ciega ansiedad. Es lunes y conformarse con volver a la rutina no siempre es una tarea fácil. Levantarse a las 7 de la mañana, ducharse sin ganas, tomar un desayuno a la rápida y salir. El mail de ¡usted llegó atrasado! entra al inbox y todo parece funcionar como antes.

Me siento una autómata. No quiero planes, solo escribir sin ningún propósito para dejar de pensar y repensar si alguna vez lograré mi ideal de vivir de vacaciones y tener una ocupación hippie al estilo rockstar o blogstar.

Afuera hay kilos de realidad listos para digerir, pero aquí tengo mis minutos de descanso, después de una jornada intentando pasar piola con mi disfraz de oficinista media, aunque se note que el traje no está hecho a la medida, que de alguna forma algo está fuera del molde.

Ahora mirando esta plantita desenfocada y los pastos rebeldes de la primavera, me recuerdo hace no tantas horas caminando bajo una lluvia fina en La Campana. Habían muchas orquídeas y me llamó la atención una muy particular que se llama flor del bigote (en la foto borrosa de la izquierda, pero pueden verla bien aquí). Con su efímera aparición estas flores silvestres refuerzan que -aunque no parezca- sí está aquí la primavera y que este año se terminará antes que nos demos cuenta.

Si el fin de año se te está haciendo largo, aquí una explicación astrológica de Jimena Zúñiga para entender las cargas de este 2012 en que todavía no se acabó el mundo, Chávez salió otra vez presidente, Chile casi gana medalla en los Juegos Olímpicos, empezó la nueva temporada de How I Met Your Mother, me leí completas las crónicas de “Cuando grande seré rubio” y Gatísimo tiene que sobrevivir a un nuevo archi-enemigo.